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Lo primero, la montaña

La Mosquitos a la Visera (Mallos de Riglos). Reseña y croquis


 
Croquis de la Mosquitos, con los posibles escapes
La Mosquitos (denominada en sus inicios simplemente como  la Vía del Moskito) es una de las vías más repetidas en Riglos. Clásico bautismo para quien quiera escalar por primera vez la Visera es una ruta lógica, evidente, asequible y muy estética. Su travesía de entrada al Trono ha sido imagen de portada, contraportada o interiores de unas cuantas guías y, a pesar de que hoy en día la vía desmerece un tanto por lo pulido de sus agarres, la generosidad de sus presas sigue dando oportunidades a todos aquellos que quieren disfrutar de su hermoso recorrido.

Siendo la primera vía en el desplome de la Visera, llama la atención lo tardío de su apertura: el 27 de junio de 1976, convirtiendo a la Visera con mucha diferencia como uno de los últimos mallos en ser escalados (sólo un poco antes que la pared de los castellanos o Mallo Castilla). Javier Olivar “el Flaco” y Antonio Sánchez “el Moskito” logran terminar una apertura largamente ansiada: el último problema de Riglos, la escalada del extraplomo de la Visera. Bien es cierto que tres años antes ya se logró escalar la vía Torrijos, pero lo hacía evitando el acusado desplome de este mallo, su principal defensa.
Reseña original de Porta con sus intentos

Antes de que el Flaco y el Moskito escalaran esa vía fue Julio Porta quien realizó las intentonas más serias para tratar de conseguir la apertura, pero hay que remontarse muy atrás para conocer en profundidad la historia completa. Julio Porta conoció Riglos y en particular la Visera gracias a un calendario de Seguros La Vasco Navarra, probablemente el de 1958. El topónimo de “la Visera” no tiene claro dónde lo oyó por primera vez; quizás fuera Santiago León el primero en denominar así a ese mallo, aunque por lo llamativo de esa pared cabe pensar que el nombre ya estuviera asentado antes de la aparición de los escaladores.

El primer intento a esta vía se realiza en 1967 por Julio Porta asegurando el primer diedro únicamente con tacos de madera. Posteriormente fue él mismo el protagonista de los sucesivos intentos, realizando las escaladas según iba encontrando compañeros de aventura, labor que no fue fácil ya que tuvo que ir engañando a bastantes amigos. En palabras del propio Porta: “la via no recuerdo con quien la empecé, porque por allí pasó todo el que se dejó engañar, pero lo cierto es que después de pasarse todo el día sentado en una cornisa mientras yo me dedicaba a dar martillazos, el personal me mandaba a hacer puñetas y no volvía”. S. León, J. Abenia, P. Expósito y R. Fuertes fueron algunos de los que le acompañaron. Quizás también R. Cóndor y J. Faguas, pero los protagonistas no recuerdan con seguridad este hecho.
Antiguos anclajes en la vía con el nombre de Julio Porta

Puede sorprender que se tardaran tantos años desde el primer intento hasta la culminación completa, pero a la falta de colaboradores en la apertura hay que sumar otro hecho que hoy resulta chocante como es la mala calidad de la roca. Quien haya escalado la vía, comprobará que lo lavado de sus agarres no deja entrever lo rota que en su día fue esa roca. Testigo de esa calidad de la vía es la descripción de la antigua guía Montaner-Orús donde podemos encontrar expresiones como  “Comenzar la escalada (…) por una grieta tumbada y ruinosa”, “introducirse en la fisura y recorrerla hasta la base de un gran diedro (20 metros, IV+, V- y IV, roca mala” o “de la terraza sigue una corta chimenea de mala roca”.

A día de hoy, todavía quedan restos de esas primeras intentonas de Porta. Algún viejo buril de los que les sobraron 10 años antes a Ursi Abajo y a Jesús Ibarzo en la apertura de la Carnavalada se observa todavía a pesar de que los modernos anclajes, fruto del reequipamiento en 1988 realizado por J. Puyuelo, G. Campo y J. Oliván, den una imagen algo más moderna de lo que la vía realmente es.
La estética travesía (6a) de entrada al Trono

Julio Porta realizó el último intento a la vía los días 9 y 10 de abril de 1971, los mismos días que P. Alcay, F. Monzón y J. Ascaso abrían la José Antonio Sanz al Frechín , produciéndose animadas conversaciones entre las cordadas mientras ambas vivaqueaban. Posteriormente hubo un intento infructuoso por parte de J. Vallés, G. Villarig y el propio “Moskito”, siendo definitivamente el “Flaco” y el “Moskito” quienes lograron abrir la aérea travesía hacia el Trono, idea que originalmente no estaba en los planes de Porta pero que ha resultado ser una de las señas de identidad más auténticas de esta vía.

No fue en esa escalada, sino un tiempo después cuando los dos aperturistas lograron culminar la vía. En palabras de Fernando Orús: “En otro ataque escalaron el largo de encima del Trono, entonces el más difícil de la vía, porque el Flaco lo hizo de un tirón hasta el nicho, sin el apoyo actual de los paraboles que tanto sosiego dan hoy en este paso. Subieron la canal y cuando ya casi habían plegado las cuerdas vieron que todavía quedaba una gran panza para salir al monte; el Flaco estaba agotado y fue entonces cuando El Mosquito cogió la punta (no solía ir de primero) y se marcó este último paso difícil. No en vano, al Mosquito no había quien le ganara subiendo el muro de la piscina de Riglos, por aquel entonces una especie de rocódromo al que íbamos en las tardes ociosas del verano...”. Fue el propio Orús, junto con G. Prado quien logró la segunda ascensión poco después de la apertura integral.

Javier Olivar "Flaco" y Antonio Sánchez "Moskito" durante la apertura


Reseña de la vía:

Segundo largo. Foto L. Aranda
  • L1: Comenzar la escalada en la base donde nacen los dos visibles diedros (el de la izquierda es el inicio de La fiesta…) bajo un puente de roca, que es el primer seguro de la vía. Desplazarse a la derecha para escalar el diedro hasta encontrar la reunión. Pulido. V+, 40 metros.
  • L2: El diedro es más marcado en este largo. Escalarlo durante 20 metros para salir hacia la derecha siguiendo las chapas blancas ¡¡Ojo, hacia arriba nos metemos en la Directa, embarque!! Hacer la corta travesía a la derecha donde lo pulido alcanza una nueva dimensión y escalar un poco para encontrar la reunión. Muy pulido. 6a, 25 metros.
  • L3: Otro diedro, esta vez más fácil. Al final (20 metros) encontramos la reunión. En mi opinión es mejor continuar andando por ancha repisa y pasar la reunión de la Supercrack que nos queda un poco abajo hasta montar la reunión (no rapelable) de la Zulú Demente, prácticamente en la base del siguiente diedro. IV, 30 metros (si montamos en la reunión de la Zulú).
  • L4: Otro nuevo diedro con un paso que parece que nos quiere complicar la escalada pero que se resuelve con facilidad y después más fácil hasta la reunión.V+, 30 metros.
  • L5: Comenzar la escalada por un muro de buenas presas y tras él, comenzar la bonita travesía hacia la derecha. Presas abundantes tanto para las manos como para los pies. Un error habitual en los que vienen por primera vez es tratar de llegar al Trono sin ganar altura desde la última chapa; es mucho más fácil subir un poco hasta entrar prácticamente andando. 6a, 30 metros.
  • L6: Escalar vertical hasta un spit y después seguir con tendencia hacia la izquierda. Paso difícil y entramos en la canal gris (escurrirá agua si está lloviendo o lo ha hecho hace poco). La reunión está a la izquierda. 6b, 25 metros.
    Largo de 6b, salida del Trono
  • L7: Escalar la canal gris y moverse a la derecha a escalar el último muro. A partir de aquí la dificultad decrece significativamente hasta la reunión.
  • L8: Aunque hay quien este largo lo hace ya desencordado, la prudencia dicta que no está de más escalar todavía atado las últimas dificultades. Reunión de rescate. De aquí andando a la cima.
Descenso andando entre el mallo del Agua y el mallo Colorado o por el camino del Circo de Verano.

Otras opciones de descenso:
Desde el Trono es posible escapar de la vía de dos modos. Por un lado, el escape clásico consiste en realizar un corto rápel con péndulo a la derecha hasta llegar a una reunión de parabolts y desde ahí recorrer la cornisa hasta dar con la canal de salida de la vía Torrijo.

Por otro lado, se puede rapelar desde el Trono hasta el suelo por un sistema de instalaciones bastante desconocido y que montaron en los años 80 (hoy con parabolts) J. Arnaudas, F. Gutiérrez, F. Caballé y A. Antoñanzas. Es una bajada rápida y limpia que con cuerdas dobles de 60 metros permite llegar al suelo en 3 rápeles (55, 30 y 55 metros).

Si hemos escalado la Mosquitos con cuerda simple de 70 metros también podemos bajar por aquí ya que hay reuniones intermedias, alguna bastante incómoda, que permiten rapelar con cuerda simple de esa medida. En este caso, los rápeles son 5 (25, 30, 30, 25 y 30 metros).
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